O debería haberlo titulado "El temido primer día". Estoy segura de que todos recordamos nuestro primer, primer día. Me refiero a ese en el que llegas a un instituto por primera vez en tu vida laboral para dar clase. Ese día, que si es a principio de curso es "malo" y si es con el curso empezado es aún peor. Ese día en el que entras en el aula y no sabes muy bien que hacer, porque en secundaria nadie nos prepara para ello; no lo hacía antes el CAP y no lo hace ahora el Master.
Mi primer día fue a mediados de octubre, una baja de dos semanas. Sin conocer el centro me dieron el horario y nada más. Andaba yo por el pasillo buscando el aula a la que tenía que ir, 1º de bachillerato, cuando un amable profesor que estaba de guardia me riño por estar en el pasillo y me metió en el aula, delante de todos los alumnos. "Empezamos bien." Eran muy buenos alumnos, todos en general, sin tener ni idea de como manejar un aula, di clase las dos semanas sin ningún incidente. ¡Una suerte!
El primer día es fundamental hasta el punto de que marcará la relación con los alumnos para el resto del curso. Y no me refiero a ese primer día en tu vida en el que das clase, si no a ese primer día que tenemos todos los años en septiembre con todos los grupos a los que damos clase. Como interino durante nueve años he tenido un porrón de ellos, cuando estas fija en un centro, ya son menos pues algunos años repites grupo de alumnos.
En nuestro primer día de clase es importante crear un ambiente relajado y de confianza reciproca. Para ello, en esta entrada te propongo una tres actividades ( de las encontradas en la página web: profedELE.es) que puedes hacer el primer día con tus alumnos para empezar con buen pie.
La estrella
Dibujamos una estrella en la pizarra, escribimos nuestro nombre dentro y en las puntas datos que nos identifiquen. Los estudiantes tienen que tratar de averiguar qué significa cada dato formulando preguntas de sí o no (¿tu color favorito es el azul?, ¿te gusta el chocolate?…). Cuando descubran todo, les repartimos unas estrellas para que escriban su nombre y datos sobre ellos. Después con su compañero tienen que hacer la misma dinámica que antes con el profesor, pero por turnos (primero pregunta uno y después el otro).
El naufragio
Avisamos a los estudiantes que el barco donde están viajando se va a hundir y que tienen que ponerse a salvo en los botes salvavidas. Previamente les decimos las condiciones que tiene que tener cada bote: una persona con algo de color rojo en su ropa, mismo número de hombres que de mujeres… cosas fáciles. Lo ideal sería habilitar un espacio sin obstáculos y poner en el suelo círculos con cinta aislante como si fueran botes salvavidas, pero si no se puede utilizad la imaginación, poned sillas, una mesa… lo divertido de esto es que queden un poco apretados dentro del bote. Cuando se da la señal de ponerse a salvo les ponemos una música movida y les pedimos que simulen un mar agitado. Una vez dentro les pedimos que se presenten, que pongan nombre a su bote, digan un objeto que salvarían de un naufragio y lo que harán nada más llegar a tierra. Se da un tiempo y después se presentan al resto de la clase.
El bote preguntón
Metemos en un bote toda una serie de preguntas para conocer a nuestros estudiantes y sus expectativas sobre el curso y sobre la materia que van a aprender del tipo: ¿Qué es lo que más te gusta de este instituto? ¿Qué esperas aprender en la clase de inglés? ¿Qué trucos tienes para aprender un idioma? ¿Qué aficiones tienes?. Colocamos el bote en la mesa del profe y vamos llamando uno a uno a cada estudiante. Lo saludamos y le pedimos que coja una pregunta y nos la de, la leemos para que la responda. Hay preguntas de todo tipo. Debemos adaptarlas al nivel de nuestros alumnos, no es necesario hacerlas en inglés, lo importante aquí es conocer a los alumnos y tomar nota de todo aquello que nos parezca importante.
¡¡Espero que sean de ayuda!!
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